Un elemento importante a la hora de describir nuestros viajes es lo fundamental que es para nosotros viajar ligero. Evidentemente, no nos referimos a movernos muy deprisa, sino con poco peso. Con el peso justo, más bien. Las ventajas de portar 8 kg en vez de 16 son más que evidentes: te cansas menos, puedes moverte más rápido, llegar más lejos, con menor riesgo de lesión o incomodidad… Evidentemente, teniendo en cuenta que nosotros hacemos lo que nos gusta denominar “senderismo de largo recorrido en entornos no extremos”. Si tu actividad es otra, a lo mejor no es seguro seguir estos consejos, aunque el saber no ocupa lugar…
No es nuevo que dentro del mundo “outdoor” hay una tendencia a reducir el peso del equipo y del material, en parte relacionada con los récords de velocidad conseguidos por superestrellas como Kilian Jornet o Ueli Sleck (por citar dos de los más famosos). Esas actividades aportan un enfoque distinto al montañismo clásico, y por tanto requieren un material específico. Dentro de unos límites, se puede considerar que más rápido equivale a más seguro (porque se está menos tiempo expuesto), lo que ha favorecido que muchos aficionados adopten en parte esa «filosofía». Así, surge la corriente del ultraligerismo, que busca la reducción del peso acarreado para aumentar, por un lado, la velocidad con que se realizan las actividades; por otro, el confort al llevar menos peso; y por otro, la autonomía, ya que reduciendo el peso del equipo base se puede llevar más peso en consumibles (agua, comida, combustible). Existe gente que ha profundizado más aún en el concepto, de modo que parece que se busca la reducción drástica del peso acarreado como premisa y requisito imprescindible. Recurren a materiales muy específicos (y caros, normalmente) y aceptan una serie de “sacrificios” que en nuestra opinión pueden suponer un desgaste psicológico a largo plazo.
Nuestro enfoque está más bien orientado a reducir el peso sin tener que hacer grandes desembolsos de dinero, ni olvidarnos de un cierto grado de confort. Lo llevamos a cabo de tres maneras distintas, que ahora explicaremos de manera esquemática, y en futuras entradas lo haremos con más detalle: recortar peso donde pueda recortarse, prescindir de elementos superfluos y adquirir hábitos que permitan reducir el peso.
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Recortar peso: esto es tan simple como, a la hora de comprar material, fijarse en el peso como factor determinante. Por ejemplo, cambiando los “tres grandes” (tienda, saco y mochila) por versiones más ligeras se pueden disminuir fácilmente 3-4 kg. Según de que peso partamos, claro. Los fabricantes cada vez más se están poniendo las pilas al respecto del peso, y casi todas las grandes marcas tienen líneas de productos “lightweight”. Por no hablar de fabricantes especializados en productos de este tipo. El inconveniente de optar por este método para aligerar peso es que también nos va a aligerar la cuenta corriente…
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Prescindir de elementos superfluos: cada vez que vemos a alguien de ruta llevando un libro de lectura, nos ponemos de los nervios… Con lo que pesan! Para nosotros es preferible buscar otras maneras de pasar el rato que no impliquen llevar elementos extra. De igual modo que pensamos que no es necesario llevar neceser, prismáticos, platos, equipo de música… (sobre todo esto último!! quien lo ha sufrido, sabe lo duro que es coincidir con alguien que sí lo lleva)
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Adquirir hábitos que permitan reducir el peso: los iremos desgranado poco a poco, pero a modo de “spoiler”: reempaquetarlo todo (comida, botiquín…), hidratar la comida de modo que se gaste el menor combustible posible, recortar mapas, llevar fotos de la guía de viaje en vez de la propia guía, dormir en un saco ligero y si hace frío ponernos ropa (en vez de llevar un saco pesado), usar zapatillas en vez de botas…
Como ya hemos dicho, con el tiempo iremos desgranado y explicando en detalle cada una de las estrategias que usamos, así que no olvides pasarte de vez en cuando por esta sección.
Hasta luego!