Creemos que resulta interesante y/o divertido compartir con vosotros nuestro proceso de cambio. De cómo dos personas «de ciudad», a las que simplemente les gustaba hacer alguna excursión (cortita) por el campo de vez en cuando, pasaron a hacer senderismo de largo recorrido, durmiendo en tienda de campaña, llevando todo su equipaje a sus espaldas, y visitando lugares increíbles…
Siempre nos ha gustado viajar, y desde que tenemos opción a hacerlo hemos procurado salir a ver mundo. Conocer otros lugares, ver otras culturas, vivir experiencias de todo tipo… Viajar nos aporta todo eso, sentimos que nos hace crecer como personas, y seguiremos haciéndolo mientras el cuerpo aguante.
Podríamos decir que todo ese proceso de cambio del que hablábamos al principio empezó en Polonia. Ese verano, aparte de conocer Cracovia y Auschwitz, fuimos a Zakopane.
Esa pequeña ciudad resultó ser mucho mejor de lo esperado, a nivel montañero. Es el centro neurálgico para visitar los Tatras polacos, y tiene multitud de rutas de senderismo y btt. Y eso hicimos (ambas actividades… con caída de Carlos incluida que a lo mejor contamos otro día), pero como siempre, con rutas de un día. Sin embargo, ver cómo la gente subía con sus mochilas cargadas cuando tú te bajabas, nos hizo empezar a plantearnos que eso nos apetecía también…
Al año siguiente nos fuimos por primera vez a un viaje exclusivamente de trekking (a Bulgaria), pero no nos atrevimos a dar el paso aún de pernoctar fuera de las comodidades de un hotel. Eso si, el gusanillo fue creciendo, y para el año siguiente se había convertido en algo imparable.
Así que decidimos que al año siguiente haríamos un auténtico trekking. Nos compramos nuestra primera tienda, nuestros primeros sacos, nuestro primer todo… y allá que fuimos.
Pero no penséis que nos lanzamos a hacer un trekking por los Alpes sin tener ningún tipo de experiencia previa, eso habría sido una locura… Primero, para acostumbrarnos a andar mucho tiempo cargados con las mochilas nos fuimos a hacer la famosa ruta de Carlos V. El plan era hacerla un día de ida, y volver al día siguiente en el sentido inverso. Además, llevábamos el hornillo para, por primera vez, hacernos la comida en el campo. Repito: ese era el plan. No vamos a entrar en muchos detalles sobre cómo nos desenvolvimos en la realidad. Tan sólo diremos que el primer día casi no comimos, llegamos a Jarandilla que parecíamos Chiquito de la calzada y el Dr. House, y que desistimos de volver andando y nos fuimos de cañas…
También nos fuimos un par de noches de camping por nuestra zona, para saber montar bien la tienda; Carlos estaba obsesionado con que había que saber montarla rápido por si nos llovía. Además, nunca habíamos dormido en esas colchonetas, en esos sacos, en esa tienda. Por lo menos había que probarlos…
Así que esa fue nuestra preparación: un par de excursiones, un par de noches en un camping, y listo. Somos así… Claro que eso no quiere decir que recomendemos hacer las cosas como nosotros las hemos hecho. Ir a la montaña puede no ser cosa de risa, sabemos que siempre hemos tenido mucha suerte.
Contadnos qué opináis en los comentarios!